- Susana Anton
Los retos y oportunidades de los Recien Casados
Es usual escuchar la emoción y felicidad que genera el compromiso entre dos personas, la fantasía del futuro deseado en conjunto, el empezar a planificar una boda y compartir con amigos y familia: el escenario ideal.
Pero ¿qué ocurre después de terminada la ceremonia y la fiesta?
Es aquí donde empieza el matrimonio en realidad. Donde inicia la convivencia en pareja, las altas y bajas, los momentos de tensión, la creación de nuevas reglas, la reestructuración de roles y demás. Empieza un periodo de transición, de reajuste en las dinámicas conocidas.
Según el Dr. Ted Huston (2009), “la disminución en el amor, afecto y la capacidad de respuesta, así como un aumento en la ambivalencia dentro de los dos primeros años de matrimonio puede ser un predictor de divorcio después de 13 años.”
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) de Panamá, en el 2019 se presentaron más de 800 divorcios en parejas con menos de 5 años de matrimonio y más de 1,800 divorcios entre los 5-14 años de matrimonio, siendo estos periodos los más elevados en tasa de divorcios. Considerando esto, se puede argumentar que los primeros años de matrimonio son un periodo esencial y determinante en la relación de pareja a largo plazo.
Particularmente, la complejidad de los primeros años de matrimonio se debe a diferentes factores, tales como: la convivencia de forma rutinaria, conocer gustos y hábitos de la pareja. Es un momento donde ambos miembros de la pareja están adaptándose a vivir lejos del ambiente que antes conocían, donde es común incluso extrañar ese ambiente y la convivencia con las personas que formaban parte de él.
De hecho, investigadores han encontrado que las parejas que se divorcian en los 2 primeros años de convivencia experimentan sentimientos negativos entre ellos y desilusión en los 2 primeros meses posteriores al matrimonio (Huston, 2009).
Siguiendo esta línea, autores como Hall y Adams (2011) han encontrado que las parejas recién casadas son más propensas a sentirse poco satisfechas con su relación por tener expectativas poco realistas o experimentar ajustes inesperados en su dinámica, entre los cuales destacan: decepción frente al otro, responsabilidades compartidas, roles en la relación, relaciones sexuales, las “pequeñas cosas”, entre otras.
Entonces, es de esperar que, adicional al proceso de mudanza y cambio físico de vivienda, también se incorpore al día a día de la nueva familia los trabajos, la dinámica de manutención de casa, los oficios, finanzas, manejo de situaciones cotidianas, entre otros. Tomando todas estas variables en consideración, se torna necesario poder tener espacios para conversar sobre estos temas.
Entonces, ¿cómo hacer los ajustes necesarios para que la transición no sea algo inesperado?
Tener estas tres ideas en mente pueden ayudar a aclarar el panorama:
Pasar tiempo de calidad en pareja: más allá de la convivencia rutinaria, el crear y nutrir espacios seguros para ambos, mostrar amor, admiración y cuidado por la pareja, comunicar y prestar atención a las necesidades del otro son las llaves para un matrimonio estable.
Tener salidas o “dates” para conversar: No esperar a que se presenten las situaciones para empezar a hablar y buscar soluciones en medio del calor del momento. Con hablarlo antes, ambos miembros tienen mayor claridad, ayuda a que se ubiquen en la misma página y que se definan prioridades.
No negar que van a existir los conflictos: conversar y tener un “plan de acción” no significa que no van a existir desacuerdos o que éstos se deben evitar para vivir en paz. Es necesario hablar y buscar soluciones. En momentos de tensión, también es válido tomar un tiempo individual para calmarse y luego retomar la conversación en pareja. Es mejor pausar una conversación a que ésta se salga de control.
Y, ¿cómo tener estas conversaciones difíciles para que no lleguen a ser un problema más adelante en el matrimonio?
A continuación, se detallan tres aspectos importantes para considerar al momento de conversar en pareja:
Explorar y tener claridad de las expectativas tanto individuales, como de pareja en cuanto a diferentes temas: conversar sobre paternidad/maternidad, el deseo o expectativa de ambos con relación a hijos, sentar base en cuanto a la crianza de estos, decidir sobre el manejo de finanzas, establecer límites con la familia de origen, entre otras.
Negociar tiempos: estar casados o vivir juntos no implica tener que pasar todo el tiempo en pareja. Es importante tener momentos para compartir con familia extendida, amigos, salir solos y demás. Si bien es cierto el tiempo en pareja es importante, también lo es el tiempo de cada individuo.
Distribuir los roles y responsabilidades dentro del hogar: definir las funciones de cada uno es parte importante de esta nueva dinámica. Tanto aspectos básicos, como complejos: hacer las compras, organizar presupuestos, hacer pagos de la casa y de las cuentas, los oficios del hogar, alimentación, organización, etc.
Es importante tomar en cuenta que estas conversaciones tienen la finalidad de alinear a la pareja en su visión de futuro, por lo que es valioso que se den en un espacio seguro, donde ambos puedan ser vulnerables entre sí.
Esta nueva dinámica implica trabajo en equipo y, por ende, es imprescindible la planificación. Abrir estos espacios de conversación puede ayudar a mantener un ambiente armonioso y respetuoso entre los miembros de la pareja, así como también evitar que los conflictos escalen en un momento de tensión.
Referencias:
Instituto Nacional de Estadística y Censo de Panamá. Estadísticas sobre Divorcios en la República, por Duración del Matrimonio, según causal. Año 2019. (obtenido: Agosto, 2021)
Huston T. What's love got to do with it? Why some marriages succeed and others fail. Pers Relatsh. 2009;16(3):301-327. doi:10.1111/j.1475-6811.2009.01225.
Hall SS, Adams R. Newlyweds’ unexpected adjustments to marriage: newlyweds’ unexpected adjustments. Family and Consumer Sciences Research Journal. 2011;39(4):375-387.
