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  • Elida Picota de Tapia

La resiliencia y las pérdidas


Durante todo el mes de Febrero, el Instituto Panameño de Terapia Familiar y de Pareja, a través de sus miembros, se ha enfocado en el Proceso de Resiliencia, tan importante, más bien fundamental, en esta época en que hemos sido impactados por el Covid 19.


El enfoque resiliente se fundamenta en la aseveración de que las personas son capaces de superar la adversidad, y salir fortalecidos de esa experiencia, contando con sus recursos y fortalezas personales y de su medio socio afectivo, de su entorno. No consiste solo en vencer y sobrepasar las dificultades, sino también en beneficiarse y salir fortalecido de ellas. La resiliencia contribuye a la calidad de vida (Melillo, Estamatti y Cuestas, 2001) y es efectiva, no solo para enfrentar adversidades, sino también para la promoción de salud mental y emocional.


Si pensamos en momentos de gran impacto emocional negativo, traumas, situaciones adversas del momento y circunstancias o de más cronicidad, siempre implican pérdidas: físicas, emocionales, psicológicas, laborales entre otras.


Especialmente queremos referirnos a la pérdida de un ser querido, padres, hijos, esposo/a, personas significativas, que representa uno de los momentos más traumáticos que ocurren en nuestra vida, y que implica un reto superarla. Ante estas pérdidas muchas veces pensamos que no lo podremos superar, que la situación nos sobrepasa, pues el impacto psicológico-emocional se siente con mucha intensidad y significa cambios importantes en nuestras formas de afrontamiento y en nuestra vida.


Esta relación entre la resiliencia y las pérdidas nos permite ir introduciéndonos en el tema que nuestro Instituto abordará durante el mes de marzo y que hoy día cobra vigencia: el duelo. Las personas no reaccionan igual ante una misma experiencia adversa, por tanto, es importante señalar que cada persona vive y afronta las pérdidas, especialmente de personas queridas de manera diferente.


Las personas resilientes, son capaces de adaptarse a las experiencias de pérdida, sin que su vida se detenga y tengan un impacto insuperable en su cotidianidad.


“La resiliencia implica un proceso dinámico en el que influyen factores internos, familiares y sociales. Ser una persona resiliente no significa que no se sienta angustia o dolor ante las malas experiencias. Negar o minimizar estas emociones puede en muchos casos llevar a situaciones de mayor dificultad emocional. Aceptar el momento de dolor y de incertidumbre es parte del proceso para que la persona logre un bienestar psicofísico a pesar de las adversidades” (Mascaró, 2020).


Y, cómo desarrollar resiliencia frente a las pérdidas?

Ser resiliente ante las pérdidas no es una capacidad que aparece mágicamente, es un proceso que podemos desarrollar si trabajamos sobre ciertos aspectos que nos permitirán salir fortalecidos de esa experiencia (Rodríguez Martínez, 2020).


En los momentos más difíciles, en que sentimos que el dolor nos trasciende, que nada nos consuela frente a la pérdida, es cuando se hace más importante recurrir a nuestros recursos más internos y apelar a nuestro coraje, valentía y fortaleza para salir adelante. Son muchos los aspectos y recursos mencionados para desarrollar resiliencia, sólo señalaremos algunos:

  • Revisar nuestros esquemas vitales, la forma en que entendemos la vida y el mundo nos permite que, una vez el dolor haya disminuido, la persona en duelo pueda reordenar sus valores, observar su vida, sus relaciones y a sí mismo.

  • Para superar la pérdida se necesita que el dolor, el impacto inicial haya disminuido. Tomar distancia, poder observar el duelo desde fuera, permitiría revisar lo ocurrido con mayor serenidad y objetividad y una mejor elaboración de la pérdida.

  • Reconocer y aceptar que la vida es la alternancia de períodos más favorables y etapas más adversas y que por tanto, las dificultades no van a estar siempre presentes.

  • Reconocer que la vivencia del dolor, el cual no podemos evitar, permite conectarnos con nosotros mismos a un nivel muy profundo y que encierra, por tanto, una posibilidad de crecimiento personal.

Liliana Castiglione (2019), plantea algunas claves que nos ayudan a ser resilientes ante las pérdidas:

  1. Asumirlo: es clave aceptar la realidad sin escapismos. Es asumir la pérdida sabiendo el profundo dolor que implica, pero sabiendo además que va a pasar.

  2. Tomar conciencia de los sentimientos frente a la pérdida: darte cuenta que te va a doler profundamente, y que es necesario dejar salir esas emociones, darte permiso para expresarlas, sin reprimirlas ya que de hacerlo podrá verse afectada incluso tu salud física.

  3. Compartir con otros tus sentimientos: siempre es sano apoyarse en personas que sabes que te estiman o en terapeutas si lo sientes necesario. “Duelo que no se habla es duelo que no sana”.

  4. Retoma o desarrolla actividades que te permitan drenar tus emociones: Inicialmente pensarás que es difícil hacerlo, pero retomar actividades deportivas, sociales, de entretenimiento, pasatiempos, contacto con amistades, te ayudaran a distraerte y salir de los pensamientos que te llevarán a repetir una y otra vez los dolores de la pérdida.


Finalmente, Marta Rodríguez Martínez (2020) nos da algunas pistas que nos ayudan a tener un ritual personal de despedida de nuestro ser querido, lo cual será un elemento más que nos permitirá ser resilientes ante la pérdida.

  • Adaptarse a la continuidad de la vida sin el ser querido, aceptando lo definitivo de la pérdida.

  • Elegir el momento íntimo preciso para nuestro ritual de despedida

  • Aceptar las emociones más difíciles que conlleva la pérdida

  • En un acto consciente e íntimo, cerrar experiencias pendientes con el ser querido.

  • Darse tiempo para cicatrizar la herida. Es decir, permitirse vivir el luto.

  • Pedir ayuda si lo necesita

  • Dejarse encontrar por la vida, aceptando sus alegrías, momentos de bienestar, nuevas y positivas experiencias de nuestro diario vivir, sintiéndonos merecedores de ellas.

Quiero terminar este artículo con un pensamiento de Viktor Frankl, que me resuena especial para esta ocasión en que hacemos relación entre resiliencia y pérdida:

“Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada.”


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