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  • Julieta Arosemena

¿Cómo regular emociones en niños?


Ufff la pregunta del millón… ¿cómo regulamos las emociones en los niños? La respuesta: no hay fórmula perfecta, pero sí muchas estrategias que pueden ayudar en un determinado momento. A continuación, te compartimos algunas estrategias específicas que pueden ayudarte como madre o padre a enseñar a tus hijos a regularlas.


Así como ningún niño es igual al otro, ninguna estrategia funciona de forma regular y definitiva. Se trata de tener un baúl lleno de opciones para poder ir sacándolas, dependiendo de la situación y magnitud de la emoción.


Una de las maneras para ayudar a los niños a regular sus emociones es primero a través de la identificación de estas. Muchas veces, ni los adultos, logramos identificar lo que estamos sintiendo… ¿Qué hay detrás de esa primera emoción que es la que reacciona? Detrás de la ira, puede haber una sensación abrumante de tristeza o de injusticia. Detrás de la frustración puede haber un sentimiento de insuficiencia o incomprensión. Las emociones vienen en una gran gama de colores- no hay blanco y negro. Debemos ponerle un nombre a esa expresión o reacción. Es nuestro trabajo ser detectives de la emoción.


Importante para la identificación de la emoción, es la reflexión. Reflejar la emoción es mostrarle al niño lo que puede estar sintiendo. Es darle el vocabulario para poder conversarlo. Así, les vamos enseñando a ser detectives de sus emociones también.


Empieza contigo mismo- modela el comportamiento. Quizás este sea el detalle más importante: somos seres que aprendemos por el modelado del comportamiento. Los niños observan e imitan.


Contacto visual. Necesitamos sentir conexión y eso comienza con la mirada. Necesitamos sentirnos vistos y valorados.


Ejercicios de respiración. Cuando estamos frustrados, enojados o tristes el cerebro puede hallarse en un estado de “fight, flight or freeze”; es decir, a modo de supervivencia que puede manifestarse con reacciones de pelea, huida o congelamiento. En estos momentos, lo ideal es lograr oxigenar el cerebro, lo cual le da una pausa para calma. Pausa y respira.


Contacto físico y contención. A veces basta con el contacto físico- un abrazo para sostener y mostrar que el adulto puede tolerar la emoción del niño. Ese apoyo incondicional en momentos de desregulación ayuda a calmar las aguas de la tormenta emocional.


Darles espacio para la calma. Este espacio puede incluir un área cómoda donde se pueden sentar ya sea solos o acompañados. Puede tener libros inspirados en temas de las emociones para que el niño pueda conectar con la emoción que están sintiendo.




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