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  • María del Pilar Leis

Pensando en la ansiedad y personas mayores


La ansiedad es un estado de ánimo generalmente orientado hacia el futuro. Es una respuesta de nuestro cuerpo ante algún posible peligro real o no, y por ende reacciona a la defensiva para protegernos ante amenazas. Se puede manifestar de distintas maneras: irritabilidad, náuseas, mareo, respiración agitada, problemas de concentración, angustia, temblor, palpitaciones, sensación de ahogo, tensión muscular, evitación, entre otras.


La ansiedad se manifiesta a cualquier edad y a lo largo del ciclo vital. Después de la depresión, es la ansiedad la que ocupa el segundo lugar en prevalencia entre las personas mayores en todo el mundo.


Es importante saber que la ansiedad no forma parte del proceso de envejecimiento normal. Sin embargo, está relacionada con infinidad de causas biológicas como son: cáncer, dolor crónico, enfermedades crónicas, trastornos del sueño, fármacos, alcoholismo, entre otras.


"Hay que tener presente que para/en la persona mayor es tan importante la salud mental, como la salud física"

A nivel psicosocial, existen diversos eventos vitales y situaciones, que pueden desencadenar altos niveles de ansiedad y estrés en la persona mayor, y que si no son tratados adecuadamente pueden complicar su salud mental y calidad de vida. Por mencionar:

  • Deterioro del estado de salud y/o aparición de una nueva enfermedad;

  • Jubilación, pérdida de rol social activo;

  • Falta de propósito y/o proyecto vital;

  • Pérdida de autonomía e independencia;

  • Pérdida de seres queridos, en especial el cónyuge;

  • Falta de apoyo familiar y social;

  • Aislamiento y soledad no deseada;

  • Problemas económicos;

  • Discriminación por edad.


Actualmente, la pandemia del covid-19 trajo una epidemia de ansiedad a toda la población. La incertidumbre, sensación de descontrol, miedo y las normas sanitarias para detener el esparcimiento del virus por medio del aislamiento, ha tenido inmensas repercusiones psicológicas, emocionales y sociales en especial hacia las personas mayores.


Hay que tener siempre presente, que para/en la persona mayor es tan importante la salud mental, como la salud física. Se necesita valorar la atención a la salud mental en la vejez. Por esto, queda como asignatura pendiente dentro de las políticas públicas de salud; trabajar leyes, normas y protocolos de prevención, diagnóstico de la ansiedad en las personas mayores. La ansiedad si no se atiende a tiempo, tiende a cronificarse y puede llegar a convertirse en un trastorno o un problema que le impida ser funcional a un gran porcentaje de la población, agravando las secuelas de la pandemia que deben ser abordadas como parte crucial de las políticas públicas de salud.


Ante la incertidumbre que ha traído la pandemia, la ansiedad se puede abordar como un reto personal y a la vez, colectivo; la persona mayor no tiene que vivirlo en soledad. Hacer de la incertidumbre una oportunidad para crear nuevas oportunidades de vida; utilizando nuestros recursos internos, habilidades cognitivas y conductuales y estrategias de afrontamiento (centradas en la emoción y en el problema) ante tales situaciones y con ello, aprender a autogestionar nuestro propio bienestar que es clave para un envejecimiento saludable, con valor y significado.




 

Bibliografía consultada:

  • Cabrera, Isabel y Montorio, Ignacio. Artículo: “Ansiedad y Envejecimiento”. Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Madrid, España. Revista Española de Geriatría y Gerontología. 2009.

  • Fernández Ballesteros, Rocío. Libro: Psicología de la Vejez. Una Psicogerontologia Aplicada. Editorial Psicología Pirámide. España.

  • Bosch, Kathy. Artículo: Salud Mental y Envejecimiento. Educación y Vida Familiar. Universidad de Nebraska. Extensión de Lincoln.



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