¿Cómo fomentar las conductas deseadas?
Muchas veces nos enfocamos en cómo afrontar conductas difíciles en nuestros hijos, como son las pataletas. Sin embargo, también necesitamos saber cómo promover que nuestros niños, niñas y adolescentes realicen conductas o aprendan hábitos positivos para ellos. Por ejemplo, cuando deseamos que los niños recojan sus juguetes o arreglen su cama; así como que ayude con tareas de la casa, cuando nos referimos a los adolescentes.
¿Cómo lo podemos hacer? Lo primero es saber que todos los seres humanos estamos influidos por las consecuencias de nuestro comportamiento. A esto le llamamos reforzamiento. El reforzamiento es cualquier consecuencia que aumenta la frecuencia de una conducta. Es una forma importante de aprender; aprendemos cuando las conductas son reforzadas. Muchas veces no nos damos cuenta de cómo reforzamos las conductas de los demás, ni cómo nos refuerzan las nuestras.
Tenemos una idea errada de que algunos comportamientos deben ocurrir por sí solos; que no debemos reforzar para que los niños hagan lo correcto. Pero esto es un mito. En realidad, aprendemos lo que está “correcto” o lo adecuado, por haber sido sistemáticamente reforzados.
Hay dos tipos de reforzamiento: positivo y negativo. El positivo es una recompensa. Si luego de ordenar su cuarto Lucía escucha de su madre que hizo un buen trabajo, es más probable que Lucía lo haga nuevamente. O, si a un@ niñ@ se le da un caramelo por cada vez que recoge su ropa del suelo, lo más probable es que lo realice más seguido. La conducta aumenta por las consecuencias de la persona quiere, desea o trabajará para obtener.
Un aspecto crucial es que las recompensas pueden ser algo material o social (felicitaciones, sonrisa, un aplauso, palabras de aliento, abrazos, palmadas en la espalda, mayor tiempo para jugar con amigos). Lo importante es que la consecuencia le llame la atención al niño, niña o adolescente. Si la consecuencia no es de su interés, no tendremos los resultados deseados.
El reforzamiento negativo puede generar alivio. En este, una vez que el niño, niña o adolescente realiza la conducta deseada, entonces retiramos o disminuimos una condición que es desagradable o no placentera. Por ejemplo, cuando nos ponemos el cinturón de seguridad y se detiene la alarma dentro del auto o cuando un profesor deja de regañar al estudiante, cuando éste empieza a entregar su trabajo a tiempo.
Otra forma en la que se puede lograr que el niño, niña o adolescente realice una conducta que deseamos, es a través del moldeado. El moldeado ocurre reforzamos los pequeños pasos que realiza el niño, niña o adolescente para llevar a cabo el comportamiento deseado o la meta. Por ejemplo, cuando un niñ@ empieza a dar sus primeros pasos, aplaudimos que pueda ponerse de pie, luego cuando comienza a caminar sujetándose y después cuando empieza a dar sus pasos sin agarrarse. Poco a poco; paso a paso. De igual forma, lo podemos realizar con otras conductas.
¿Cuáles son las claves para que el reforzamiento y el moldeado funcione?
El tiempo cuenta. Refuerza la conducta cuando ocurre. Si el niño ordenó su cuarto y la recompensa se le brinda una hora después, no va a funcionar igual. Necesita ocurrir inmediatamente.
Cuando se está moldeando, debemos reforzar cada vez que se da la conducta.
Una vez la conducta ya esté establecida, podemos cambiar y solo reforzar algunas veces cuando la conducta suceda.
Lo que para una persona es un reforzador positivo o recompensa, para otro no lo es. Si tienes varios hijos, esto es fundamental. Para uno, un abrazo puede ser un reforzador; para otro quizás sirva más sentarse a jugar una hora con papá.
El contexto importa: lo que en un momento puede ser un premio; en otro puede ser un castigo.
Las consecuencias naturales funcionan mejor; consecuencias que estén relacionadas con la situación. Evita usar consecuencias que son difíciles de lograr en el momento, ejemplo, prometer que se va a realizar un viaje a la playa, cuando no es posible hacerlo en el momento.
Observa los cambios que ocurren en el comportamiento de tu hij@, cuando se aplica la consecuencia. Eso puede darte una idea de cómo el niño, niña o adolescente está percibiendo el reforzamiento.
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